El corset surge en el año 1. 700 a. C. en Creta, dónde la civilización minoica utilizaba ya un ejemplar de corset rustico para levantar el busto, afinar la cintura o para la práctica de ciertos deportes que requerían un sobreesfuerzo.
Más adelante, en el siglo XVI, Catalina de Médici lo introduce en la corte francesa, prohibiendo las cinturas anchas, por lo que volvió esta prenda obligatoria.
Así pues, el corset fue, en sus comienzos, un corpiño ajustado y alargado, usado como ropa interior con tiras y una solapa sobre la cintura. En esa época su propósito era sostener el busto.
Pero en 1.830, durante la época victoriana, el corset agregó un propósito más: reducir la cintura. Con este nuevo objetivo, la prenda evoluciono, cambiando los materiales y su forma. Ahora poseía forma de reloj de arena y estaba elaborada con varillas de acero y se sujetaba con cordones.
Vale mencionar que cuanto más apretado estaba el corset más respetable era la mujer que lo usaba. Lo que provocó, con el uso prolongado, problemas de salud en las personas que lo utilizaban.
Por está razón, a finales del siglo XIX los corsets de la época victoriana eran considerados perjudiciales para la salud y comenzaron a desaparecer.
No obstante, el corset volvió a resurgir en el siglo XX. Así, en los años setenta, Vivienne Westwood empezó a usar corsets como parte de su estética punk historicista; ya que ella sostenía que esta prenda empoderaba a las mujeres en lugar de atarlas.
Y para los 80, Jean-Paul Gaultier y Thierry Mugler incorporaron corsets en sus diseños. Hasta llegar a la actualidad, dónde el uso del corset es tendencia.
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